El hormigón, un material antiguo de origen pétreo, considerado uno de los primeros componentes de construcción artificiales de la humanidad. Su origen se remonta a milenios, pasando por civilizaciones antiguas en Egipto, India y Roma.
Los romanos desarrollaron el "opus caementicium" hace unos 2.000 años, combinando ceniza volcánica y cal viva. Esta mezcla les permitió crear un material tan durable que ha permanecido hasta nuestros tiempos. Investigaciones recientes han demostrado el secreto del hormigón romano, fabricado a partir de cal viva, roca puzolánica y agua a altas temperaturas. Esta combinación permitió la formación de productos químicos capaces de autorepararse en presencia de agua. Ya que cuando una grieta aparecía, la cal viva disponible en la mezcla reaccionaba con el agua del entorno hidratándose, para luego transformarse en Carbonato de Calcio, el principal componente de la roca Caliza.
En la actualidad, el abuso excesivo del legado que dejaron los romanos pone en riesgo el equilibrio de la vida en el planeta. El hormigón es el material de construcción por excelencia, siendo este sector el responsable del 40% de las emisiones de CO2 globales, sin mencionar los impactos sobre la biodiversidad, la contaminación del agua, el aire y la salud de las personas. No obstante, se han desarrollado diversos proyectos alrededor del mundo que buscan mitigar la huella ambiental del hormigón, reduciendo la explotación de materias primas no renovables para su fabricación, sustituyéndolas por residuos de hormigón. Esta minería urbana puede ser una alternativa para cambiar el modelo de desarrollo convencional, sin embargo, el grado de reciclabilidad del hormigón es limitado, ya que no es posible su aprovechamiento de forma infinita por las impurezas al final de su ciclo de vida, que disminuyen su resistencia, aumentan la permeabilidad al aire de la matriz que lo compone y lo hacen mas vulnerable al paso del tiempo.